Aún podía respirar el terror y deseperación que los ahora muertos humanos habían sudado una vez que ataro los cabos suficientes como para darse cuenta de que la hermosa mujer que hacía llamarse su guía, los había conducido directa a una trampa mortal. La matanza había sido todo un éxito. Un iniguaable festín, que había satisfecho todos mis caprichos. Sí, aquel había sido un contingente especial, cuidadosamente selecicionado y aprobado por mí, exclusivamente destinado a nuestros superiores y a los más importantes de la guardia. Allí nos encontrabamos todos: los Antiguos y la reluciente guardia, saciados de aquella dolorosa sed.
Recibí los cumplidos de Aro sumamente complacida, inclinando la cabeza en señal de agradecimiento y respeto-Siempre es un placer mi señor, es como un juego. En este caso yo haría el papel del encantador con la flauta, y éstos-hice una pausa, señalando delicadamente a los inmóviles cuerpos-las pobres serpientes. Es gratificante cumplir con mi deber-concluí, curvando los labios con elegancia. Con la ropa impecable a pesar de todo, crucé los brazos sobre el pecho con finura, echando mi dorado y sedoso cabello hacia atrás con un leve movimiento de cabeza.